I-
Cosmopólito Formosa de Mendiola,
nombre de rancio abolengo por única herencia,
rondaba ya la cincuentena, llevaba un tiempo
intentando renegar su senectud inminente.
Viejo, angustiado, deslucido bajo el polvo
de los años. Andar solemne, porte sereno,
mirada profunda de quien camina en la niebla.
Reclinado en una silla que anunciaba derrumbe,
esperaba. Desde hacía dios sabe cuanto tiempo.
Tantas cosas que decir y nadie para escucharlas.
II-
Como cada día
pasaba revista a su escritorio:
Calderilla, minuciosamente atesorada,
para la vieja máquina. Café
hirviente, oscuro e inestable,
dulces proverbios, un cigarro,
un albergue para frases peregrinas:El mal triunfa
cuando los hombres buenos no hacen nada.Que bien sonabaEducad a los niños
para no tener que castigar a los hombres.Que sencillo
-Mentirosos
Don Cosme insistía
en vano, con agónicos boqueos
de pez muerto. Por instinto,
pese a todo, insistía.
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